martes, 17 de abril de 2012

Y LA CASA SIN BARRER



Llega un momento en el que ya no sabes donde está el origen de las cosas. Solo sabes que las cosas van mal y caminan hacia peor.

Hubo un tiempo donde las cosas eran distintas. Un tiempo no muy lejano. Un tiempo en donde, al menos, la gente tenía cubiertas sus necesidades básicas.

Pero eso, poco a poco, va quedando muy pero que muy lejos.

Hubo un tiempo en donde España era referente. Importaba. Decidía. Estaba situada. Era respectada.

Un tiempo en el que, seguramente, se vivía por encima de las posibilidades, auspiciados por los que se suponen tenían que velar por los intereses de todos.

Y pasa lo que pasa. Que cuando estamos y nos encontramos en la cresta de la ola, nos creemos los reyes del mambo. Y es cuando se empieza a descuidar lo que se tiene en casa para salir en auxilio de causas perdidas, a resolver grandes quimeras y utopías, muy loables pero si se tomaran con y desde el sentido, y a perder el norte de lo que realmente importa.

Entonces es cuando dejas de ser referente. Ya no importas. No decides. No te encuentran ni en el mapa y dejas de ser respetada.

Es cuando empiezas a bailar al son que te imponen y te dan una cuerda y no sabes si es para que saltes o la uses como punto y final.

Lamentablemente, en este momento, somos el muñeco al que todos golpean. Y lo peor de todo es que, incluso lo hacen los que deberían sentirse avergonzados por habernos llevado hasta esta situación o, también los que deberían de estar dando ejemplo y soluciones en estos momentos.

Creo que soy optimista y me gusta ver siempre la luz al final del túnel en vez de la oscuridad que me envuelve dentro de él. Por eso creo que aún no está todo perdido.



Cerremos puertas y ventanas. Metámonos dentro y por una vez, seamos capaces de darnos cuenta de que la casa está por barrer. Pongámonos a ello. Saquemos las cosas viejas que ya no nos hacen falta. Reparemos las instalaciones arcaicas. Diseñemos nuevos ambientes. Repartamos las tareas cotidianas y sabiendo, cada uno, que rol debe de asumir y desempeñar.

En nuestras manos está pero siempre y cuando, nos lo creamos.

Muchos así pensamos y encima queremos. Es cuestión de encontrar la fórmula para ponerse manos a la obra y barrer.

Necesitamos una renovación pues, sin ella, no habrá nunca posibilidad de un nuevo comienzo.

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